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Quede embarazada del Martin, cuando yo apenas tenía 18 años. Estaba recién salida del colegio, y como ya se habrán dado cuenta, mi hijo fue menos planeado que el puente Cau-Cau. Con su padre, nos llevamos bien desde un principio. El por lo menos se hizo cargo de Martin desde que supo la noticia. Al poco tiempo, nos fuimos a vivir juntos a un departamento pequeño en Santiago. Matias, el padre de Martin, era mayor que yo. Ya había terminado sus estudios de técnico agrícola, así que tenía más sustentos económicos que yo. Yo me quedaba en la casa, porque obviamente no podía trabajar. Mis abuelos son de Santiago, ese fue un motivo por el cual nos cambiamos de ciudad, ya que cuando mis padres se enteraron de la noticia de que su única hija quedo embarazada, estos no me quisieron ver más entrar a la casa. Nos costó mucho salir adelante con el Mati. Tuvimos que dejar familia, estudios (de mi parte), trabajo (por la de él), amistades y todas las comodidades que te da el vivir en una ciudad pequeña como lo es San Felipe. No fue fácil, pero el amor que sentía por el niño que llevaba dentro de mí, era más fuerte. En mi periodo de gestación, jamás tuve complicaciones. Fue algo muy sano y bonito. El día 05 de noviembre, de hace ya 4 años justos, nació Martin.
El día de su nacimiento, fue el momento más feliz que he tenido en toda mi vida, lo abrace y lo bese. Me imagino que para toda madre es igual. Al cabo de un tiempo, llevamos a Martin al doctor, para sus controles mensuales que cada niño de su edad debe hacerse. Pero en este control fue algo diferente. El doctor nos hace pasar, le hace un par de exámenes y con cara de preocupación nos dice que Martin sufre de un desorden auditivo congénito. Martin era sordo. Como padres, nos queríamos morir. Todos queremos que nuestros hijos tengan la mejor vida posible, y cuando te dan una noticia como esta… Es muy difícil de asimilar. Nosotros hicimos todo lo que el doctor nos pedía, pero sabíamos que esto era muy difícil de mejorar. Viviría toda su vida sin escuchar el sonido del mar, la lluvia en el bosque, la brisa de otoño o solamente el cantar de los pájaros cada mañana.
En ese momento fue en el cual yo empecé a tomar un rol fundamental en la vida de él. Mientras el Mati se iba al trabajo, yo me quedaba con Martin en la casa, para enseñarle distintos juegos terapéuticos para ayudarlo a que sea “normal”. Grave error, él es normal. Todos los días hacíamos actividades, como por ejemplo le enseñaba a detectar las vibraciones de la voz. Le ponía su manito en mi garganta, mientras yo hablaba. Ahí él se daba cuenta de que podía hablar, y lo intentaba.
Lo más importante que yo siempre le enseñaba y repetía, era que él tenía que ser un gran niño, por sobre todas las cosas- Se buen niño Martin, se buen niño- le repetía.
Tengo claro de que yo no era la mejor mujer y madre del mundo. Pero quería que mi hijo si lo fuera, por eso le recalcaba siempre lo mismo, aunque suene latero.
Este trabajo no era fácil, al igual que el de muchas madres y padres de Chile. Para el que tiene hijos así o alguien conocido, sabe que hay que estimularlo siempre. Un día, el Martin estaba jugando a la pelota con sus primos. En eso él, fue a buscar la pelota que se había ido del pasaje hacia la calle y, para mala suerte, justo venia un auto, que desesperadamente le tocaba la bocina para que él lograra esquivarlo. Para fortuna, el chofer logro frenar su vehículo, o si no, otra historia estaría contando ahora.
Martin me decía día a día que quería aprender a hablar como un niño normal. Me lo decía mediante su lenguaje de manos. Eso me rompía el corazón. 
Ahora el Martin está estudiando en el jardín. A principio de año, lo fui a buscar. Quería ver como se comportaba con sus compañeros. Su profesora siempre me decía que se llevaba súper bien con ellos. Pero lo quería corroborar con mis propios ojos. Cuando entre de sorpresa a la sala, vi al Martin en un rincón, jugando solo. Estaba más triste de lo normal. A pesar de su condición, él es un niño que comunica mucho con su mirada y gestos. Por eso me sorprendí al verlo de esa manera. Cuando me vio entrar por la sala, se fue corriendo hacia mí. Me abraza la cintura y yo le pregunto- ¿Qué te pasa hijo?- El trataba de evitarme con la mirada. Pero en ese lapso, escucho a sus amigos, que hablaban entre ellos, comentando que Martin solo podía decir “O- O- O”. Me enoje tanto que solamente quería ir donde ellos y pegarles. Lo iba a hacer, o al menos quería darles una lección. Porque me había destrozado el corazón ver a mi hijito así. En el momento en que me dirigía a ellos, el Martin me toma de la mano y me dice “Ma-má, se buena chica”- Me rompí a llorar. 
Hoy el Martin esta de cumpleaños. Le he enseñado durante cuatro años todo lo que tiene que saber en el aspecto académico y técnico. El en dos segundos, el me enseño algo más importante que eso. Me enseño a dar amor… me enseño a perdonar. TE AMO MARTIN. FELIZ CUMPLEAÑOS HIJO.

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Anita San Martin Mora Deberían enseñar lengua de señas desde pequeños, así como el inglés que algunas escuelas lo implementan desde pre-kinder...
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Coté Espinoza Martín puede acceder a implante coclear, que es un audífono implantable y entrega mejor audición que los audífonos porque va implantado donde se procesa el sonido 😁 si cumple con los requisitos de la guía GES, puede acceder gratis a la operación y el tratamiento para que pueda comenzar a escuchar y desarrollar lenguaje
Averigua en el hospital regional porque según las características que entregas, puede ser un buen candidato si sus exámenes imagenológicos salen bien
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